La primera vez que llegó una vela Fidijabs a mis manos, fue un regalo de su creador.
Al recibirla, ver toda su belleza y percibir su aroma, no pude resistirme a compartirla con todo el que en aquel instante me rodeaba. Dejándola tocar y oler por todos. Esa fue mi primera toma de consciencia:
si ella era Yo, eso era, lo que por mi necesidad de ser vista, permitía que hicieran conmigo.
Me pasé una semana con ella en el bolso, y no es que pesara poco. Entonces, llegó a mí, la segunda toma de consciencia: solo tenía que decir que era mía y que no quería que nadie la tocase. Era el posicionamiento.
Ese mismo día, la encendí. Desde entonces me acompañan en mi camino de introspección enseñándome constantemente.
Agradezco desde lo más profundo de mi corazón que aparecieran en mi camino.